jueves, 6 de agosto de 2009

Río Turia


El río Turia recibe diversas denominaciones a lo largo de todo su recorrido. En su nacimiento es conocido con el nombre de Guadalaviar y durante un corto trayecto pasa a llamarse Río Blanco, concretamente en el tramo comprendido entre Teruel y Titaguas.
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Desde esta localidad hasta Valencia adquiere el nombre por el que se le conoce principalmente, Turia.

Fueron los escritores clásicos tales como Pomponio Mela, Claudiano y Plinico quienes le llamaron Duria. Otros famosos historiadores y geógrafos de ésta misma época como Ptolomeo le llamaron Turulis; Rojo Avieno, Tirius o Turius; Plutarco y Salustio, Turia. Muchas son las leyendas sobre la fundación de Valencia y Teruel que relacionan estos hechos con la nomenclatura que asumió el río Turia.
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Otros como Escolano señalan que fueron los fenicios los que llegaron a Valencia desde Ibiza y al comprobar que existían un gran número de vacas en sus orillas le llamaron Tur o Turbo que en esa lengua significa vaca. Otros han relacionado su génesis etimológica con los focenses que le llamaron Turia por equivaler a ligero o arrebatado. Rojo Avieno también señala que los tirios o fenicios de Tiro, llamaron Tyris a Valencia y Tyrio al río que según diversos historiadores se tradujo por Turia sin que por ello afectase a su denominación masculina o femenina.
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En tiempos de los musulmanes se llamó Guadalaviar que significa río de los pozos.
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Por su parte, Covarrubias le otorgó el significado de Río blanco a la palabra Guadalaviar por su claridad al atravesar grandes franjas de terreno calizo y de cristalinas arenas blancas.
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También es sabido que el mismo rey conquistador Jaime I lo conocía por Guadalaviar. Otros como Simonet señalan que procede de la voz vascona zuria o tzuria que significaría blanco con lo que se le dotaría de un origen ibérico al río.

Según testimonios del mismo Escolano el Turia era completamente navegable en época de los griegos. En tiempos del Cid Campeador, siglo XI, el Turia también era navegable como testimonian los documentos de la conquista de la ciudad por el caballero castellano.
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Además hay constancia de que en estos tiempos el Turia estaba rodeado por una importante red de acequias. En la Baja Edad Media el problema de las riadas ya era importante al carecerse de medidas efectivas para su control. Las avenidas provocaban el levantamiento del río por no existir pretiles que contuvieran los abundantes desbordamientos durante éstas.

Por su cauce bajaban los troncos que llegaban a Valencia a través del Turia impulsados por los gancheros que en algunas ocasiones se arriesgaban hasta límites insospechados entre la zona de Chulilla y Gestalgar al salvar los profundos barrancos, estrechas hoces y verticales paredes de piedra para realizar un transporte efectivo hasta Valencia.

En palabras de Cavanilles “Por estos sitio (Alto de Chulilla) pasa la madera que desde Moya y los Montes de Castilla, baja hasta la ciudad de Valencia. No pocas veces se cruzan los maderos por la estrechez del paso; otras se amontonan sobre los que formaron una especie de barrera, siendo entonces preciso que algunos hombres bajen a cortar y quitar estorbos y hallándose los muros cortados como a pico, sólo resta el recurso de las sogas por las que se descuelgan.
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Practican esta operación arriesgada y consiguen dar curso a la madera, si bien algunos infelices pagan con la vida o arrebatados por la corriente siempre violeta en aquella estrechez o heridos de algún madero que se precipita con furia al romper la barrera”.


El río Turia discurre por un trayecto aproximado que quedaría comprendido entre los 243 y los 296 kilómetros de longitud si tenemos en cuenta todo su recorrido.

El Río Turia tiene su origen en unos manantiales que brotan de la villa de Guadalaviar en la partida de los Majadales.
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Nace en la Muela de San Juan, entre la Sierra de Albarracín y los Montes Universales, cerca de la población de Guadalaviar, en la provincia de Teruel de donde recibe su nombre a unos 1680 metros de altitud.

En la margen oriental de la Muela de San Juan muy cerca del nacimiento del río Júcar y del castellano Tajo comienza su lento discurrir. Desde las laderas meridionales de la Muela de San Juan en su nacimiento transcurre por angostos valles para llegar a Guadalaviar donde sus aguas se pierden en parte a través de las calizas kársticas. Su recorrido supera los 250 kilómetros hasta desaguar en la huerta de Valencia.

Quien lo conoce en su tramo final no puede por menos que asombrarse ante el fuerte contraste de su trayecto inicial con el final de su recorrido. Mientras que en su nacimiento discurre por profundos tajos excavados en calizas y areniscas que no dejan ningún espacio para aprovechar sus orillas con cultivos agrícolas, en su desembocadura ocurre justo lo contrario pues su caudal sirve para abastecer a la Huerta de Valencia, capital del Turia.

Discurre en dirección oeste-este por entre las estribaciones meridionales de la sierra de Albarracín y recibe los aportes del Alfambra justo antes de atravesar la capital de la provincia. Es aquí donde se le conoce con el nombre de Guadalaviar o Blanco. En Villar del Cobo recibe por la izquierda las escorrentías que el arroyo griegos ha recogido en la misma Muela de San Juan.

También recibe en esta zona los aportes de los arroyos de la Barquilla y por la derecha el agua de Fuente de la Corneja, arroyo Bucar, Basiquilla y los manantiales de Barranco Hondo. Formada su cabecera de esta forma se dirige después hacia un valle que sigue siendo angosto y que rodea los relieves de la serranía.

El Turia se va acomodando a las irregularidades del terreno montañoso que van marcando sus diferentes fracturas. De igual forma le llegan por la derecha nuevos aportes procedentes de los Montes Universales y de Javalón y por la izquierda las que canalizan distintos torrentes que llegan de la Sierra de Albarracín.

Llega a Tramacastilla y Torres donde alimenta su caudal con el aporte del río Garganta y de otros arroyos que nacen en la sierra alta y del Tremedal que entran al Guadalaviar por su izquierda. Forma un pronunciado meandro alrededor de la histórica ciudad de Albarracín; cuya población se asienta sobre un altivo cerro en su margen izquierda.

Pocos kilómetros aguas abajo del Guadalaviar atraviesa el manto kárstico de Cella, situado al norte desde donde se incorporan las escorrentías infiltradas en las calizas de las estribaciones levantinas de la sierra de Albarracín y que contribuyen también a proporcionar su aporte al Jiloca.
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Junto a la masia de Entrambasaguas recibe el aporte de los arroyos Calomarde y Royuelas que le vienen del sur hasta llegar tras recorrer profundos tajos hasta Albarracín que también se encuentra a la derecha del Guadalaviar.

Recibe el barranco del Tocón que procede de los montes Universales y pasa junto a Gea de Albarracín, situado a la derecha. De Gea llegan al arroyo de Bezas, la rambla de Ocecas y la del barrio por la izquierda y por la derecha el arroyo de Valdecuenca que nace próximo a Javalón. Tras salvar el embalse del Arquillo de San Blas, el Guadalaviar suaviza su pendiente en la depresión denominada del Teruel donde gira bruscamente a la derecha, mientras por la izquierda recibe las aguas del Alfambra.

Este afluente tiene su origen en la sierra de Gúdar, por encima de la ermita de Santa Quiteria, justo al norte de la cumbre del Peñarroya entre los 1700 y 2000 metros de altitud. En su parte derecha las escorrentías se canalizan hacia el Guadalope que las conduce al Ebro y a su izquierda recoge el Mijares que las transporta hasta el Mediterráneo. El Alfambra ha sido considerado como la aportación más importante que se produce por la orilla izquierda del Turia.

En dirección inicial hacia el norte, el Alfambra gira bruscamente en dirección meridional en torno a la sierra del Pobo y acomoda su cauce a la dirección tectónica de la depresión de Teruel. Recoge el nombre del pueblo por el que pasa, Alfambra, junto al que discurre situado ya en el fondo de la fosa. Nombre que procede de Alhambra, palabra árabe que significa “la roja” y que en gran parte se debe al color arcilloso del terreno; color intenso después de la época de lluvias sobre las que se extiende el término municipal.

Al llegar a la villa de Galbe el Alfambra se dirige hacia el oeste y atraviesa la región de la Umbría, Villalba Alta y Orrios. Antes de llegar a Alfambra ciudad, recibe el aporte del río Lidón y la Rambla de Cervera del Rincón que recoge sus aguas al sur de la sierra de San Just así como otros aportes procedentes de la Sierra Palomera. Desde la villa de Alfambra transcurre el río por Peralejos y recoge el aporte de las Cuevas Labradas que proceden de la Sierra de San Jaime.

Discurre también por Tortajada y Villalba Baja recibiendo el aporte de los subafluentes de su lado izquierdo de escasa importancia. Después de atravesar Teruel el río recibe ya el nombre de Turia aunque todavía existe un pequeño tramo de 20 kilómetros que transcurre por tierras manchegas con el nombre de río Blanco.

En Teruel, el Guadalaviar adopta la dirección de su afluente que, en definitiva, es la que condiciona la tectónica. La primera población que atraviesa es Villaespesa a su izquierda donde recibe el aporte de la Rambla de Ollerías y Valdecobos.

Cruza Villastar a su derecha donde recibe el aporte de las aguas de la Rambla de Barrachina y la del Molino además de los barrancos de Mingacho y Rambla de Chartera. Por la izquierda recibe el barranco de Gil y Cañada Hondonera. Atraviesa Villel de donde recibe otros aportes procedentes de su rambla; por la izquierda recibe el río Cascante o Camarena que nace en la sierra que le da nombre.

El Turia se prolonga por la depresión entrando en el término de Libros (último pueblo de la provincia de Teruel). Recibe el aporte del Regajo de Tramacastilla que nace en Peña Redonda y la Rambla del Prado de las Boqueras. Por la izquierda recibe el aporte de las ramblas del Campo, de Arboleya y de la Matanza.
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En dirección sur el Turia entra directamente en el enclave serrano del Rincón de Ademuz que recorre de parte a parte en dirección norte-sur.

El Turia se encarga de regar las fértiles vegas de Torrealta y Torrebaja, con la sierra de Javalambre a la izquierda y las estribaciones de Javalón a la derecha de donde recibe el aporte de numerosas ramblas y torrenteras. Continúa por un cauce de anchura uniforme y poca inclinación bañando los municipios de Ademuz, Casas Altas y Casas Bajas.
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Aumenta su caudal con las aportaciones del río Bohilguez, Chico o de Vallanca por la derecha y ramblas de El Val o Puebla de San Miguel por la izquierda.

Al sur de este enclave el río se hace manchego por un corto espacio de tiempo al entrar en Cuenca por una estrecha garganta de unos 5 kilómetros de longitud y otros 19 kilómetros de tramo enteramente manchego. En este punto recibe el aporte del río Arcos y corre por la estrecha cañada que separa la comarca del Rincón con la provincia de Valencia.

En la villa de Santa Cruz de Moya recibe el aporte de la Rambla del Sergalosa y el manantial de los ojos de Santa Cruz. Siguiendo rumbo a valencia deja el Turia la aldea de Higueruelas y a su izquierda Casas del Marqués para entrar acto seguido en la provincia de Valencia a través de Aras de Alpuente, donde vuelve a asumir su nombre histórico. Desde aquí parte rumbo sudeste salvando el imponente escalón que separa la depresión de Teruel de la costa. Discurre por un valle estrecho y profundo con una pendiente muy pronunciada.

El río se encaja entre calizas y margas del Jurásico y Cretácico con algunos tramos con materiales arcillosos de época posterior provocados por diversas fracturas en diferentes etapas geológicas.

Esta topografía tan variada es la que ha permitido la retención de las aguas en el embalse de Benagéber y Loriguilla con presas que cierran el valle a la entrada de dos estrechos y vasos que se amplían tras ellas sobre los sedimentos más blandos. Recibe el aporte del Barranco de Don Juan y Rambla del Paraiso por su derecha mientras que por la izquierda recibe el aporte de los manantiales de la Tosquilla y los barrancos de Canales, Batán, Caballera y Posadera. Atraviesa la aldea de los Felipes y la Olmedilla y recibe el aporte del río Regajo que tiene su origen en el Pico Ranera de los montes de Moya.

Desde el Embalse de Benagéber cambia el rumbo el Turia hacia el este recibiendo el aporte de los barrancos de los Chorros de Berchel, Salá y la rambla de los Picachos. También se incorpora el río Chelva y los barrancos de Jórgola y las de Agua Salada y de la Muerte. Cambia su orientación en dirección sureste pasando por el término de Loriguilla.

Entre los dos embalses el río ha labrado un cañón muy profundo, pero es al pie de Chulilla, justo aguas abajo de la segunda presa donde el cauce se cierra en un estrecho de especial sinuosidad y angostura.
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El denominado de forma inapropiada salto de Chulilla es justamente la parte norte de la península de la Punta que se formó como un abrupto tajo en forma de herradura de unos 150 metros de profundidad por 20 de ancho.

Este tajo era bien conocido y temido por los gancheros que bajaban los recios troncos por el cauce del Turia desde la alta sierra de Valencia. En ocasiones realizaban arduos y arriesgados trabajos para salvar los escollos de la abrupta orografía. Complicados esfuerzos eran necesarios para garantizar su transporte cómo descolgarse de las paredes verticales del congosto.

Chulilla se escalona en la ladera izquierda sobre un meandro muy pronunciado que forma el río. Cerca de esta población el Turia recibe las aguas del Barranco de Taboyra por la izquierda y por la derecha la aportación de la Fuente Caliente, cuyas aguas medicinales motivaron la construcción del balneario de su nombre.
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Antes de llegar a Gestalgar el Turia comienza a ensancharse recibe el aporte del río Sot que transporta sus aguas desde las proximidades de Requena y el aporte de los barrancos de Morenillo y la Escoba además de las fuentes de San Juan y los grandes barrancos de la Ribera, corral de Bies y Carabinas.

Llega después a Bugarra y Pedralba para fertilizar sus huertas y regadíos. Recibe el aporte de los barrancos Gargallo, Masculla, Palmeral, Chiva y Fuente de Pina. Justo en el río de Sot se halla el embalse de Buseo que fue construido a principios de siglo y que en la actualidad aparece parcialmente aterrado.
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Con esta construcción se pretendía la regulación del Turia con vistas a asegurar el riego de la Huerta de Valencia. Más tarde se unieron a esta consideración los pantanos de Benagéber y Loriguilla lo que facilitó en gran medida los regadíos de la huerta del Campo de Turia y Campo de Llíria.

Aguas abajo del Turia recibe el aporte de la Rambla de Artaj o Castellarda y los barrancos de Alcublas y Villar del Arzobispo. Entra en el partido de Llíria y comienza a sentirse el fuerte contraste entre las tierras fértiles y las tierras estériles inmediatamente anteriores. Se suceden las abundantes e imponentes huertas de Benaguasil, Benisanó y Puebla de Vallbona junto a las de Vilamarxant y Riba-rroja del Turia.
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Entre estos dos pueblos afluyen al Turia los Barrancos del Cantero y el de Mandor además de la Rambla de Pistola y los barrancos de las Rodanas y de la Pedrera. A tan sólo cinco kilómetros de Riba-roja se halla la presa y casas de compuertas por el abastecimiento de Aguas de Valencia y 300 metros más adelante la acequia de Moncada, principio de la importante distribución de las aguas del Turia que por sus acequias riega la Huerta de Valencia.
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Una densa red de canales y acequias permite un intenso aprovechamiento del río para usos agrícolas, mientras que la producción energética reviste una importancia menor (10.130 kilovatios).

En ella se incluyen las fértiles vegas de Paterna, Burjasot, Beniferri, Benimaclet, Benimasot, Campanar, Quart, Manises y Mislata. Tan sólo cinco kilómetros después desemboca en el Mediterráneo, entre Nazaret y el Grao.

Cuando el río Turia llega a la ciudad de Valencia ciñe su recorrido por la parte norte y este para continuar en dirección sudeste hasta alcanzar el mar. Al norte de él quedan los poblados o barrios de la capital de Grao y Cabañal mientras que al sur quedan los de Nazaret y la Punta.

En el momento en el que el río Turia abandona la vertiente montañosa de su recorrido, digamos su parte alta o del nacimiento, se dirige hacia la costa por un glacis muy extenso formado en parte por los abundantes depósitos que han transportado las aguas fluviales. Estos materiales y los de otros ríos cercanos han proporcionado grandes formaciones costeras. Entre ellas sobresale la Albufera de Valencia que se desarrolla especialmente entre el Turia y el Júcar pues es, sin duda, la más representativa de estas formas litorales.

Río Segura

El río Segura, conocido como Thader (palmera) por los romanos y War-Alabiat (río blanco) por los árabes, cuenta con casi 18.815 kilómetros cuadrados de cuenca en total (11.104 en la Región de Murcia) y 325 kilómetros de longitud.

El Segura nace en Pontones, provincia de Jaén, y en su recorrido atraviesa Albacete, Murcia y Alicante donde desemboca en el Mar Mediterráneo por Guardamar del Segura.
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La Cuenca del Segura, probablemente por ser la más deficitaria de España, es la mejor regulada de Europa.
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Es tradicional su carencia de agua en algunos tramos de la misma, y a lo largo de los siglos ha condicionado la vida de los murcianos por su irregularidad.
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A períodos de grandes inundaciones, seguían otros de grave sequía, repitiéndose de forma cíclica constantemente.

El desarrollo de la Región siempre ha estado estrechamente ligado a la economía del agua, una dependencia que explica la importancia del buen aprovechamiento de los recursos
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existentes a lo largo de los siglos.
Existen vestigios prehistóricos que confirman la existencia de importantes asentamientos humanos en la vega del río Segura desde los tiempos más remotos.
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Entre Calasparra y Cieza, se han localizado yacimientos Paleolíticos ( Almadenes y Barranco de los Grajos) y Neolíticos ( La Serreta y Los Grajos), únicos en el Arco Mediterráneo y declarados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

A partir de esta época el entorno del Río Segura ha permanecido habitada durante toda la historia, con la llegada de íberos, romanos, visigodos y árabes respectivamente.

Los íberos fueron la primera civilización en asentarse a orillas del Río Segura y aprovechar sus recursos desarrollando la agricultura o la pesca. También aprendieron a identificar los ciclos de crecidas y sequías adaptando al río sus sistemas de cultivo.

El sistema de riegos que se estableció en la Vega del Segura fue trazado inicialmente por los árabes tras la conquista de la Cora de Tudmir, aunque ya los romanos emplearon las acequias y pequeños acueductos para facilitar su uso.

Los árabes supieron aprovechar al máximo los recursos que ofrecía el Segura, estableciendo una extensa red de canalizaciones que llevaban el agua a todos los campos de cultivo de su cuenca. Norias, molinos, puentes y otras construcciones inundaron el paisaje a lo largo del río, permitiendo el florecimiento de la agricultura.

Pero con el tiempo, el auge económico y la prosperidad generada se convirtió en un problema de masificación, derivadas de la explotación de sus riberas y el cultivo intensivo en su vega.
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Un problema que obligó a establecer unos sistemas de reparto de agua que se mantienen en la actualidad.
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Hay que destacar que el río constituye un verdadero ecosistema fluvial y un importante vínculo entre los animales y vegetales que desarrollan su hábitat, especialmente a lo largo de la Vega Alta y parte de la Media.

Se pueden encontrar tramos de bosque de ribera o bosque galería (con sauces, espadañas, cañaverales, carrizos, olmos y rosales silvestres), así como chopos, álamos blancos, fresnos, zarzas y tarays en la franja intermedia.

En el bosque de rivera de la Vega Alta hay mamíferos emblemáticos, como la nutria, aves como el martín pescador, el mirlo acuático, las lavanderas o el ruiseñor, y anfibios, reptiles como los galápagos, peces como el barbo o la trucha.

Clima mediterráneo árido seco

La cuenca hidrográfica del Segura es característica por registrar importantes cambios de temperatura y climáticos, dependiendo de numerosos factores, como por ejemplo la latitud, topografía, orientación, exposición y distancia al mar, etc.

Tampoco las precipitaciones se distribuyen de forma homogénea, sino que guardan una estrecha relación con el relieve del terreno. En las montañas del noroeste de la cuenca, sometidas a vientos húmedos procedentes de las borrascas atlánticas del frente polar, es donde hay mayor concentración de lluvias, llegando a superar los mil milímetros por año como media. En cambio, esta media disminuye en las zonas más cercanas al litoral.

Además, los ciclos anuales tampoco se repiten regularmente, de forma que a años de sequías han sucedido épocas de inundaciones, y viceversa.

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Esta zona es una de las que cuentan con menor índice de precipitación anual de la Península (inferior a 300 mm. por año de media), además de una creciente aridez de los terrenos, que aumenta conforme se desarrolla el trayecto de la cuenca.

Con las temperaturas ocurre algo parecido. En las sierras del noroeste las temperaturas son las más bajas de la cuenca, y conforme se desciende hacia el litoral van aumentando, hasta alcanzar los 18º C de media anual.

En general, los meses más fríos son diciembre y especialmente enero, y los más calurosos julio y agosto, destacando el primero de ellos.

Alrededor de la cuenca del Segura, especialmente en las Vegas Alta y Media, se ha desarrollado una red de servicios y productos orientados al desarrollo de actividades de naturaleza (senderismo, escalada, espeleología, piragüismo, ect.) y de turismo rural (casas y hoteles rurales, aulas de la naturaleza, museos y centros de recepción de visitantes), que fomentan el uso del hábitat natural al tiempo que se disfruta del marco inmejorable de estas tierras.

El Balneario de Archena, con un manantial conocido desde la época romana, es otra de las alternativas que se ofrece en el Río Segura. Estas termas son internacionalmente reconocidas por la calidad de sus aguas y la singularidad de su entorno.

Los destinos más demandados para el turismo rural son: el Valle de Ricote, Calasparra, Cieza, Blanca, Archena y Beniel.

Río Júcar

El río Jucar, con 535 Km. de curso. Nace en la cordillera Ibérica a 1500 m de altitud aproximadamente, junto al cerro de San Felipe.
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La sierra de Albarracín y la serranía de Cuenca, orientan su tramo inicial. Atraviesa las sierras de Tragacete y de Bascuñana, continua por Cuenca y entra en el borde oriental de la Mancha, que no abandona hasta su confluencia con el Cabriel en la localidad de Cofrentes .
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Embarcaderos es unos de los parajes de la localidad de Cofrentes, pertenecientes al cauce del río Júcar más frecuentado por las personas aficionadas a la pesca.
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En esta localidad podemos pescar los siguiente peces, siempre y cuando dispongamos de los permisos oportunos: black-bass, lucios y alburnos, entre otros.
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Si nos gusta la pesca de cangrejos de río, podemos encontrar en el cauce del río Júcar, sitios donde se encuentran estos cangrejos, siempre y cuando dispongamos de los permisos oportunos.
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Júcar, que para los árabes significa "río de la plata", y de aquí su nombre, desde que entra en la provincia de Valencia, encajonado entre estrechas y profundas gargantas, sigue constantemente la dirección poniente-saliente hasta Jalance, donde recibe el río Jarafuel, formando conjuntamente un gran meandro, parte de él ya en el término de Cofrentes.
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Aquí cambia de dirección, tomando el sentido sur-norte hasta que pasada la localidad de Cofrentes, recibe por su margen izquierda al río Cabriel formando con el mismo el embalse de Embarcadero.
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A partir de aquí el río Júcar vuelve a retomar la dirección oeste-este hasta salir del término
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En el Júcar, el recorrido va desde Motilleja hasta Villa de Ves, en él se combinan los muchos atractivos del paisaje con el interés histórico de la zona, constituyendo una ruta particularmente recomendable.
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Partiendo del paraje de "Cuasiermas" en Motilleja, zona especial para el baño y la acampada, es conveniente visitar el altar de estilo herreriano de su iglesia, que data de 1756.

Si es aficionado a la pesca, puede disfrutar de este deporte en Valdeganga.
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Siguiendo el curso de la carretera, que discurre paralela al río, llamarán su atención las pequeñas aldeas de casas-cueva excavadas en la roca, arquitectura característica en los pueblos de la ribera del Júcar.
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En pocos minutos llegamos a Jorquera, antigua "Xurquera", capital administrativa y señorial de este estado y dependiente del Señorío de Villena, villa medieval de interés cultural que se alza a orillas del Júcar, bordeada de murallas almohades (s. XII).
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Entre sus muchos atractivos destaca la Parroquia de Santa María de la Asunción, de estilo gótico-renacentista, con lienzos de gran interés y una Cruz Procesional de plata del s. XVI en su interior.
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La Casa del Corregidor, de 1727, con labras heráldicas, la llamada Torre de Doña Blanca, construida para defender el acceso de la villa, y las rejas del Ayuntamiento que datan del s. XVIII.
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En buena parte de la población predomina todavía la arquitectura medieval y existen numerosas casas blasonadas.
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Como hallazgo arqueológico de importancia destacan las tumbas del s. VI encontradas en las proximidades de la población.
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Algunos miradores, construidos al efecto, nos permiten disfrutar de excelentes vistas panorámicas, desde allí se divisa todo el esplendor de la villa fortificada.
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Merece la pena visitar Jorquera y las pedanías de la ribera del Júcar en el mes de Mayo.
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El día 22 de este mes se celebra la Romería de la Virgen de Cubas, con alardes de Moros y Cristianos, fiesta de gran interés turístico y cultural.
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Sin dejar el curso del río llegamos a La Recueja, pequeño y tranquilo pueblo, donde el paisaje y la posibilidad de acampar son los mejores motivos para visitarlo.
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La llegada a Alcalá del Júcar puede ser todo un acontecimiento, es, sin lugar a dudas, uno de los pueblos más espectaculares y pintorescos de toda La Manchuela, con sus casas escalonadas en una ladera hasta la cima donde se alza el castillo árabe, que da nombre al lugar ("AL-KALA": el castillo) y abrazado por la hoz de este río. Declarado conjunto histórico artístico, Alcalá del Júcar fue antiguamente aduana del Camino Real de Castilla a Levante.

Hoy, sus empinadas calles, abocadas hacia el río, tienen un singular atractivo turístico que seduce al primer golpe de vista. Un atractivo al que se unen particularmente alguna de sus cuevas que atraviesan la montaña sobre la que se asienta la Hoz de Júcar, y que se encuentran abiertas al público. .

Concretamente, muy cerca de Alcalá de Júcar, en una de sus paredes verticales de la hoz, se halla la Cueva de Garadén, fortificada por los árabes y célebre por su función de vigía en el Camino Real citado. De igual modo, merece visitarse la plaza de toros, única por su forma irregular y por la creencia de que en su origen pudo ser una lucerna paleo cristiana. Para disfrutar de unas excelentes vistas, tanto del pueblo como de la hoz, conviene situarse en los miradores existentes en los caminos

que se dirigen a los pueblos aledaños como las Casas del Cerro o las Eras de Alcalá.
Como obras arquitectónicas de interés destacan en Alcalá del Júcar, la parroquia de San Andrés (s. XVI al XVIII) con pórtico de entrada neoclásico, un puente sobre el Júcar de origen romano y reconstruido en el siglo XVIII, el castillo de origen árabe, aunque reformado en época cristiana, y la Ermita de San Lorenzo (s. XVIII). .


Continuando la ruta trazada junto al Júcar, llegamos a Tolosa. De aquí en adelante el paisaje se hace cada vez más agreste, el cauce se estrecha y se convierte en "cañones" de una belleza extraordinaria.

Llegados a este punto los itinerarios posibles se multiplican. Como recomendación pueden valer parajes como Las Rochas, el Tranco del Lobo y El Molinar. Estos dos últimos albergan los poblados de las dos primeras centrales que construyó Hidroeléctrica.

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Finalmente, como último pueblo en nuestro recorrido, se encuentra Villa de Ves, antigua capital del Señorío de Ves y viejo albergue del Alcalde Corregidor, nombrado villazgo de las manos de Alfonso X. .

Hoy es un pueblo semiabandonado. Sin embargo revive todo su esplendor el 14 de Septiembre, día en que se celebra la romería en honor al Cristo de la Vida, guardado celosamente en el santuario homónimo del s. XVI. En él pueden contemplarse hermosas bóvedas góticas tardías, así como tres retablos, dos renacentistas y uno barroco, todos ellos de gran interés. También en este santuario y a través de una trampilla abierta en el suelo, se desciende a unas profundas criptas con algunas momias.


Concluida la ruta de la Hoz del Júcar, la visita de algunos pueblos del llano representan una alternativa para cambiar de paisaje y contemplar estupendas panorámicas desde la planicie.

Así dejando la Hoz del Júcar a su paso por Jorquera y tomando la carretera que conduce a Casas de Juan Núñez, es obligado hacer un alto en el camino para asomarse a los miradores mencionados anteriormente.

Una vez llegados al pueblo merece la pena pasear por el barrio de casas-cueva.
Pozo Lorente, por sus cotos de caza con abundantes especies, ofrece a todos los aficionados a este deporte un notable interés cinegético.

De Villavaliente podemos destacar las ruinas de un poblado ibérico denominado "Valenbonga", ubicado en el paraje denominado El Tesorillo.

Haremos un alto en Alatoz para visitar su iglesia dieciochesca de San Juan Bautista, declarada de interés cultural, con retablo neoclásico, con dos imágenes, un Nazareno y la Dolorosa, de especial belleza. Los alrededores de este pueblo serán motivo y excusa para detenerse y realizar alguna excursión a pie.

Por último, Carcelén es uno de los pueblos del llano más interesantes. Destaca especialmente el castillo fortaleza, del que se tiene escasa información, sabiendo únicamente que fue antigua mansión señorial y que está fechado hacia el s. XV.

La iglesia de San Andrés Apóstol y la ermita barroca del Cristo de las Eras, albergan en su interior tallas de gran valor artístico, valgan como ejemplo un Crucificado del s. XVI y una talla de Salzillo.

En el ámbito festivo y tradicional, la celebración de la noche de "Los Montones" es visita obligada para cualquier curioso. Se celebra en el mes de Agosto y da comienzo a la fiestas mayores de Carcelén. Consiste en una desesperada carrera de antorchas a través del monte que culmina con una gran hoguera en honor al Cristo. Los orígenes de esta fiesta son ancestrales.